Él se sentó de espaldas y no fue hasta que pasó un buen rato cuando lo reconocieron: “Una persona educadísima, sencilla y generosa. Preguntaron el nombre de las dos camareras que los atendieron, Génesis y Cristina”, nos cuentan desde el restaurante. Sus propietarios, Manuel García Tubío y Paloma González Chaves, no se dieron cuenta de que en el grupo que llegó para cenar sobre las nueve de la noche estaba el actor.