Según el periódico La Nación, 52 000 aficionados asistieron al juego que terminó con una victoria de la Argentina 2-1, donde el equipo uruguayo abandonó el campo faltando cuatro minutos por jugar. Los jugadores argentinos más tarde se quejaron del juego áspero de los uruguayos durante el partido, mientras que sus rivales también se quejaron de la agresividad de los espectadores locales, quienes le arrojaron botellas al final del partido.